En Honduras hoy, a un año del golpe de Estado contra el presidente constitucional de esa nación centroamericana, Manuel Zelaya, persiste la crisis política, económica y social, mientras el país se hunde más en la pobreza.
Esta situación hace figurar a la nación como las más atrasada del continente, detrás de Haití, como más de 70 por ciento pobreza respecto a su población.
Cuando el entonces presidente Zelaya convocó a un consulta popular para el 28 de junio de 2009, para conocer la opinión de la ciudadanía en torno a futuras reformas constitucionales, militares encapuchados, en contubernio con la oligarquía, perpetraron un golpe de Estado en su contra.
El régimen de facto encabezado por Roberto Micheletti, que usurpó el poder, desató una brutal represión contra los opositores, suspendió las garantías constitucionales y clausuró y militarizó medios de prensa.
Durante los seis meses de dictadura de Micheletti se registraron unas cuatro mil 200 violaciones a los derechos humanos, más de 40 miembros de la resistencia antigolpista fueron asesinados, cinco jóvenes masacrados en marchas pacíficas y hubo más de tres mil detenciones.
En la actualidad el gobierno de Porfirio Lobo, del Partido Nacional, nacido bajo el golpe de Estado es débil, enfrenta una creciente ingobernabilidad, una ola de violencia sin precedentes y aún no ha sido reconocido por muchos países, sobre todo de América Latina.
Desde la toma de posesión de Lobo, las organizaciones sociales registraron más de 700 agresiones por motivos políticos, entre ellas los asesinatos de 12 dirigentes populares y nueve periodistas.
Además prevalece el clima de impunidad, los autores del golpe no han sido castigados y muchos de sus protagonistas ocupan actualmente puestos clave en instituciones civiles.
Informe especial Agencia Informativa Púlsar
lunes, 28 de junio de 2010
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