lunes, 4 de octubre de 2010

EE.UU. admite haber hecho crueles experimentos con guatemaltecos

Más de mil quinientos guatemaltecos fueron infectados con enfermedades sexuales, como sífilis gonorrea, sin que lo supieran, en el marco de un experimento médico realizado y financiado por EE.UU. Muchos de los infectados eran enfermos mentales y prisioneros. El experimento duró de 1946 a
1948.

El director de Institutos Nacionales de Salud de guatemala, Francis Collins, explicó que el estudio no fue ético porque involucró a grupos vulnerables de la población, quienes no autorizaron su participación porque se los engañó. "Este caso representa un ejemplo asombroso del capítulo oscuro de la historia de
la medicina'', agregó.

Guatemala dice que fue un delito de lesa humanidad.

El experimento ha vuelto a colocar sobre el tapete la actitud colonialista que caracterizó la relación entre EE.UU. y los países de América Central durante tantos años.

Estados Unidos provocó en 1954 la caída del entonces presidente guatemalteco Jacobo Arbenz y apoyó a dictaduras sangrientas que gobernaron después, desencadenando una guerra sucia en las que según se estima murieron 300.000 guatemaltecos. Hubo que esperar 64 años para descubrir que además de todo eso, los guatemaltecos fueron utilizados como verdaderas ratas de laboratorios por John Cutler , un medico al que muchos llaman el Mengele estadounidense, que trabajaba entonces en salud pública.

La historiadora de Wellesley College, Susan Reverby logró descubrir lo ocurrido en Guatemala investigando otro experimento infame de Cutler: conocido como el experimento “Tuskegee”, Cutler y su equipo de colaboradores siguieron la evolución de 600 afroamericanos que tenían sífilis sin saberlo, desde 1932 y 1972, sin administrarles ningún tipo de tratamiento.

En el caso de los guatemaltecos, Cutler fue aún más lejos. Como no tenía una cantidad de enfermos de sífilis significativa, al comienzo del experimento utilizó prostitutas con la enfermedad para infectar a 696 prisioneros sin que lo supieran. No todos contrajeron la enfermedad. Entonces, Cutler comenzó a inocular no solo a los prisioneros que seguían sanos, sino además a enfermos mentales. Cutler quería determinar la eficacia de la penicilina en este tipo de enfermedades. Por eso, casi todo los infectados recibieron una dosis, pero nadie se ocupó de seguir su evolución. El estudio nunca fue publicado. Por lo menos uno de los pacientes murió, pero nadie sabe si fue porque además de tener sífilis era epiléptico.

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