El 26 de enero de 2012 murió Miguel Nazar Haro, uno de los personajes más siniestros de los órganos de seguridad, espionaje y provocación del Estado mexicano, además de haber sido miembro de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos y conocido delincuente vinculado al narcotráfico y el robo de automóviles de lujo.
Murió como un ciudadano común y corriente, en su cama, completamente libre de toda condena judicial que castigara sus múltiples crímenes y delitos. La justicia jamás lo alcanzó, pues estaba y está hecha para otros, no para él.
Aficionado a torturar a los detenidos que tenían la desgracia de caer en sus manos, distinguido organizador y dirigente de organismos policíacos y paramilitares al margen de la ley, destacado informante de la CIA, implacable perseguidor de militantes de la izquierda mexicana y centroamericana, oficial del Ejército sin haber sido militar y confabulado con individuos como Fernando Gutiérrez Barrios y Francisco Quirós Hermosillo, Nazar Haro fue uno de los constructores, bajo la tutoría del imperialismo norteamericano, del sistema de seguridad política de los gobiernos priístas, asentado en la infiltración de organizaciones obreras, campesinas, estudiantiles y populares, la vigilancia de las agrupaciones de oposición, la provocación en el seno de los partidos anticapitalistas y grupos guerrilleros, y la represión selectiva de dirigentes, cuadros y militantes de izquierda.
Comenzó su labor de espía y provocador en 1949, al ingresar al Servicio Secreto. En 1952, durante la campaña presidencial, logró penetrar en las filas de la Federación de Partidos del Pueblo que sostenía la candidatura del general Miguel Henríquez Guzmán. El gobierno de Miguel Alemán desarrolló una brutal represión contra el henriquismo. De acuerdo con Dionisio Encina, secretario general del Partido Comunista Mexicano en ese entonces, el Día de la Victoria de la FPP el 7 de julio de 1952: “…Como consecuencia de la agresión salvaje, más de cincuenta personas entre hombres y mujeres y niños fueron asesinados y sus cadáveres desaparecidos; más de 200 fueron heridos y 600 ciudadanos, aproximadamente, fueron encarcelados”. (Gerardo Peláez Ramos, “Partido Comunista Mexicano: su historia electoral”, en Apia virtual, La Haine y otros sitios de la red).
Por su participación en la violencia antihenriquista, tuvo que abandonar el territorio nacional e internarse en la Unión Americana. Tras cuatro años en el extranjero, regresó a México y se incorporó en 1960 a la erostráticamente célebre Dirección Federal de Seguridad, policía política del régimen priísta. Cumplió diversas tareas vinculadas a la seguridad y el espionaje. Partió a Washington, EU, como becario de la Academia Internacional de Policía, donde lo educaron en el anticomunismo de la guerra fría, especializándose en contrainsurgencia y “grupos subversivos”. En 1966, ya en el país y con un adoctrinamiento ideológico por la CIA y demás servicios de espionaje imperialista, se dedicó a tareas de “inteligencia”, infiltración de confidentes en la oposición y creación de redes de informantes. De julio a diciembre de 1968 logró colocar provocadores y confidentes en el movimiento estudiantil-popular.
En 1970 fue promovido a subdirector de la DFS y se especializó en combatir a los grupos armados o que tendían a realizar acciones armadas. En 1974, durante la gestión de Luis Echeverría Álvarez, formó la Brigada Especial (más conocida como Brigada Blanca), en la cual confluyeron diversos organismos policíacos y del Ejército. Sus pupilos eran entrenados en el Campo Militar Núm. 1, teniendo como misión la investigación, infiltración, aprehensión, tortura y desaparición de militantes de izquierda partidarios de la guerrilla y las llamadas expropiaciones. En 1976 este policía político llegó a la dirección de la Comisión de Seguridad de la Brigada Blanca, contando con recursos e instalaciones propios. En 1979, durante el sexenio de José López Portillo, fue promovido a capitoste mayor de la DFS, cargo que ocupó hasta principios de 1982.
El enciclopedista y comunicador Humberto Musacchio, escribe acerca del torturador pro gringo: “En los años 70, Nazar cobró fama por la forma criminal de combatir a reales o presuntos guerrilleros, su absoluto desprecio por la legalidad cuando hacía detener a cualquier persona sospechosa de oposición al poder, lo que por supuesto incluía hombres, mujeres, ancianos y niños. Sí, niños, pues bajo el gobierno de Luis Echeverría, sus mastines torturaban a los familiares de los detenidos para hacerlos confesar cualquier cosa.
“De aquellos años están documentados hechos criminales cometidos por quienes decían defender la ley: saqueo de los domicilios cateados, secuestro de personas ajenas a cualquier hecho delictivo, violaciones tumultuarias de hombres y mujeres “sospechosos”, colocación de ratas en el sexo de las torturadas, presos obligados a comer su propio excremento, golpes, heridas, ahogamientos y mutilaciones entre otras formas de suplicio contra los detenidos, incluso contra bebés a quienes los verdugos aplicaban descargas eléctricas o violaban ante la aterrorizada presencia de los padres.
“En ese tiempo maldito eran cosa de todos los días los vuelos de la muerte, que consistían en llevar mar adentro a los detenidos y echarlos a los tiburones desde un avión o un helicóptero. Y desde luego, el asesinato antes, después o durante el tormento, con la consabida “desaparición” del cadáver para arrancar a las familias hasta el derecho de velar y sepultar a sus muertos.
“Miguel Nazar Haro fue un personaje emblemático de esas formas de combatir la disidencia política. Fue un servidor perrunamente fiel a los intereses no de México, sino del anticomunismo de Washington. Nazar fue un matón fanático que enlutó muchos hogares, torturó a centenares o miles de infelices que caían en sus manos y es culpable de un sinnúmero de crímenes que con su muerte han quedado impunes”. (Humberto Musacchio, “Muere Nazar Haro en olor de impunidad”, en El Sur edición electrónica, Acapulco, 2-II-12).
En 1982 la revista Proceso publicó notas, artículos y reportajes sobre las andanzas de Nazar Haro en el robo de autos de lujo en Estados Unidos y el contrabando de éstos hacia México, así como de su tenebroso pasado. Con este motivo, salieron a la luz datos muy interesantes: la detención del torturador mexicano en tierras gringas, la suspensión del procurador de San Diego del Departamento de Justicia por presiones de la CIA, y el encubrimiento del gobierno gabacho de su agente por ser “la principal fuente de información para México” y estar en juego la seguridad nacional de la superpotencia septentrional. Informaba la revista que el procurador de Justicia de San Diego, William H. Kennedy, fue destituido por entorpecer la actividad de los organismos de espionaje estadunidenses en el extranjero, al dar a conocer nombres de agentes y de sus fuentes de información, en el caso de Miguel Nassar Haro.
En la misma publicación se indicaba: “Kennedy, que se negó a renunciar, fue despedido por el presidente Ronald Reagan, nueve días después de afirmar que las presiones de la CIA y de la FBI obligaron al Departamento de Justicia a congelar las acusaciones contra Nassar, con el argumento de que el exdirector de la DFS era ‘la fuente más importante de información’ para el espionaje norteamericano en México y Centroamérica”. (Rafael Rodríguez Castañeda, “Nassar, importante, pero sólo pieza en la vieja sociedad DFS-CIA”, en Proceso, núm. 284, 12-IV-82, p. 6).
Proceso reprodujo el editorial del diario San Diego Union, del 8 de abril de 1982, que exponía: “En realidad existían evidencias apremiantes para el Departamento de Justicia de acusar y procesar a Nassar Haro en lugar de bloquear la labor del procurador de los Estados Unidos en San Diego, William Kennedy.
“Los agentes de Nassar Haro en México fueron piedras angulares de la banda de robacoches que operó y obtuvo ganancias multimillonarias y tanto éxito tuvo en transportar automóviles caros, robados a ciudadanos estadunidenses y en cantidades sorprendentes”. (ibíd., p. 7).
Un reportero escribía: “Nassar dio a entender que atrás de las acusaciones en su contra podría existir una conspiración comunista”. (Arthur Allen, “Venganza de la FBI, dice Nassar; ordena investigar a Kennedy”, en Proceso, núm. 285, 19-IV-82, p. 11).
Por sus graves problemas de corrupción, de participación en el trasiego de automóviles de lujo, de abuso en la utilización de la tortura contra los detenidos de izquierda y de la publicidad dada a su rol de informante de la CIA, el gobierno de López Portillo tuvo que prescindir de sus servicios. Pasó a un merecido retiro.
Sin embargo, en la capital federal se le abrieron las puertas para continuar como policía político en los años del salinato. En 1988, Nazar Haro ocupó el puesto de jefe de los Servicios de Inteligencia, adscritos a la Secretaría de Protección y Vialidad del Distrito Federal, que jefaturaba Javier García Paniagua, durante la regencia de Manuel Camacho Solís. La izquierda lo impugnó con dureza, y a principios de 1989 fue acusado de tener nexos con el narcotráfico, por lo que tuvo que renunciar contra su voluntad. De jefe de la policía política, al final terminó de encargado de una agencia de guaruras privados, que prestaba sus servicios a importantes empresarios y destacados políticos, algunos de éstos caídos en desgracia.
En un artículo muy difundido de Pável Uranga, hijo de Francisco Uranga López y Margarita Muñoz Conde, se establece: “En 1994, cuando el alzamiento zapatista en Chiapas, Nazar Haro se paseó en las negociaciones entre el gobierno federal y el EZLN, en San Andrés Larráinzar, se dice que moviendo a sus ‘operativos’.
“En el año 2000, cuando fui jefe de investigación histórica de la guerra sucia en México, algunos de los mandos operativos de la vieja Brigada Blanca, me dijeron en declaración que ‘estaban siendo llamados a servicio’ por el Jefe (Nazar), porque iban a regresar a trabajar para Vicente Fox…
“¿Quién era Miguel Nazar Haro?: Desde 1960 hay testimonios de presos políticos, acerca del gusto que tenía por ‘hacerse cargo personalmente’ de la tortura de los detenidos –maestros, estudiantes, ferrocarrileros, guerrilleros e incluso niños, fundador de las cámaras de tortura en el Campo Militar Número Uno con su compadre el general narcotraficante y torturador Francisco Quiroz Hermosillo, encargado de esa instalación castrense.
“Nada más, pero nada menos que un asesino a sueldo del Estado, jefe de la infiltración, la intriga, el invento y la impunidad desde 1949 – que contó con la complicidad del gobierno (la derecha mexicana en persona de Vicente Fox y Felipe Calderón –ambos presidentes de México- comparten responsabilidad de crear un “ámbito” jurídico de COSA JUZGADA que protege a TODOS los criminales y los iguala en la historia; es decir, en contrasentido de la búsqueda de la verdad histórica de los estados democráticos, en México se dio paso a investigaciones simuladas para poder evadir la acción de la justicia, ya bajo el régimen de la derecha del Partido Acción Nacional.
“Lo anterior, hace que el vetusto y asesino Partido Revolucionario Institucional y la derecha del PAN sean hoy responsables de la guerra sucia, de la muerte, de la desaparición forzada, del crimen extrajudicial, de la prisión sin nombre, de la infamia que vivimos miles de ciudadanas y ciudadanos mexicanos. Al parecer, Nazar se va ‘limpio’ a la tumba, acompañado con ternura por sus nietos, que con seguridad no saben que yo, cuando tenía 6 años, fui secuestrado y hecho prisionero por este criminal y sus secuaces durante tres meses bajo custodia militar”. (Pável Uranga, “¿Quién fue Miguel Nazar Haro?”, en Círculo de Estudios Coapa, 31-I-12).
Un cotidiano de la capital de la República, informó el 28 de enero retropróximo: “Años después, durante el gobierno de Vicente Fox fue creada la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, la cual lo acusó, junto con Luis de la Barreda y Juventino Romero, ex mandos de la DFS, por el caso de Jesús Piedra Ibarra.
“Un tribunal de Monterrey emitió órdenes de captura y en febrero de 2004 Nazar Haro fue recluido en el penal de Topo Chico, Nuevo León, de donde fue trasladado al DF debido a que la ley le permite a las personas mayores de 70 años el beneficio de la prisión domiciliaria.
“En junio de 2005 fue incriminado como presunto responsable de la desaparición de los seis integrantes de los Lacandones, pero en septiembre de 2006, un juzgado federal lo absolvió, al no acreditarse la existencia del cuerpo del delito”. (Milenio on line, 28-I-2012).
Tales son algunos hechos de la biografía de este conocido agente de la CIA y torturador profesional. Como muchos otros criminales incrustados en los diversos cuerpos policíacos, Nazar Haro no fue condenado por sus graves delitos. A diferencia de Chile, Perú, Argentina y otros países hermanos, en México los delincuentes enchufados en los órganos de seguridad y provocación del Estado no son tocados por la justicia. Gozan de inmunidad. Tal es la situación, que es urgente modificar.
Fuente: Agencia Bolivariana de Prensa
No hay comentarios:
Publicar un comentario