Tras los acuerdos logrados la noche del domingo, fue normalizado el tránsito en la carretera que vincula a Bolivia y Perú.
El acuerdo fue posible tras intensas reuniones entre las autoridades de la región surandina de Puno y los pobladores que se oponen al funcionamiento de emprendimientos mineros que pongan en riesgo el medio ambiente.
La normalización del paso de un país a otro fue resuelta en una asamblea masiva de indígenas en la localidad de Desaguadero-Perú, separada por el río del mismo nombre de su homónima boliviana.
La movilización se inició el pasado 9 de mayo y provocó graves perjuicios no solamente al Perú, sino al comercio y a los transportistas bolivianos.
La solución fue alcanzada con la aceptación de las exigencias de los pobladores que el gobierno se había negado a atender a lo largo del conflicto.
De esa manera, el Gobierno accedió a anular por irregularidades una concesión minera a una empresa canadiense, estableció una moratoria de concesiones y condicionó las operaciones extractivas a consultas con las comunidades.
También dictó un Decreto que declara prioritaria la descontaminación del río Ramis por sustancias tóxicas usadas por la minería informal.
Sin embargo, el dirigente aymara, Walter Aduviri, manifestó que sigue pendiente parte del reclamo. Se trata de la cancelación de todas las concesiones mineras en la región de Puno. Los campesinos darán un plazo de 30 días al electo presidente de Perú, Ollanta Humala, para que atienda dichos reclamos. Será a partir del 30 de julio.
Además, indicó que las protestas de los campesinos entrarán en un cuarto intermedio.
El pasado viernes, una protesta de campesinos contra las mineras dejó 6 muertos por disparos de la policía, en la ciudad de Juliaca. Los manifestantes intentaban ingresar a la pista de aterrizaje del aeropuerto de esa ciudad.
El sábado, cientos de manifestantes lograron ingresar al aeropuerto y tomaron la pista de aterrizaje.
El gobierno de Alan García Pérez sella su salida con sangre. En solo una semana, nueve personas han caído bajas las balas policiales: seis en Puno (sur andino, frontera con Bolivia) y tres en Huancavelica (andes centrales). Y es responsabilidad de gobierno porque son conflictos de muchos años que estallaron hace más de dos meses y todas las voces sensatas del país venían advirtiendo que debían ser atendidos, que debía evitarse otro “baguazo” (masacre en al Amazonía que dejó 33 muertos hace dos años).
las causas son exactamente las mismas. Es el desconocimiento sistemático de los derechos de los pueblos indígenas en el desesperado afán de expandir el extractivismo neoliberal impuesto hace dos décadas por la dictadura del Alberto Fujimori. Todos los gobiernos que se sucedieron desde entonces han dejado ese modelo intacto. Políticas sociales, tal vez, asistencialismo para la foto. Pero de respeto a los derechos de los pueblos, nada. Pero al extractivismo neoliberal no se le toca ni con el pétalo de una rosa.
Por eso el número de los conflictos sociales en el Perú ha ido creciendo en progresión geométrica. Porque los gobiernos nunca recurrieron al diálogo para resolver las demandas. Cuando lo hicieron, instalaron mesas con representantes sin poder de decisión y los acuerdos nunca se cumplieron. Porque los gobiernos en el Perú, desde siempre, solo saben responder a las demandas y protestas populares a balazos.
La Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas – CAOI condena estas muertes y se une al llamado de todos los sectores sociales que piden juzgar a Alan García y sus ministros por los crímenes de Bagua, Puno, Huancavelica y todos los que se hayan cometido en su gobierno.
La CAOI, además, advierte al próximo gobierno que asumirá el 28 de julio, que los conflictos sociales no se resolverán con asistencialismo, que no es un asunto de limosnas sino de derechos reconocidos nacional e internacionalmente, cuyo ejercicio el Estado está obligado a garantizar. Se trata de un problema estructural, que exige el cambio de un modelo neoliberal extractivista, depredador, saqueador, criminalizador, por uno de equidad, de relación armónica con la naturaleza, de respeto a la vida.
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