lunes, 4 de julio de 2011

Colombia: Santos confirma bombardeo a campamento de las FARC en Tolima

El presidente de Colombia Juan Manuel Santos confirmó este domingo que el ejército bombardeó el pasado jueves un campamento en el departamento central de Tolima donde tan solo horas antes había pernoctado el Jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) Alfonso Cano y aseguró que tarde o temprano caerá "así como han caído todos los cabecillas" del grupo armado.



Santos se trasladó a Tolima para recibir la información de los operativos y afirmó haber sobrevolado la zona de los bombardeos. Indicó que en el campamento atacado se encontraron pertenencias de Alfonso Cano.


El departamento del Tolima (centro) es la zona donde, según informaciones del Ejército colombiano, el líder de las FARC se ha estado moviendo en los últimos tres años, y allí continúan los operativos del Ejército en su búsqueda.

Cano es considerado como el intelectual más destacado de este grupo armado desempeñándose como el principal ideólogo político tras la muerte de Jacobo Arenas en 1990. Encabezó la delegación negociadora entre el Gobierno de Colombia y las FARC que se llevaron a cabo en Caracas en 1991 y Tlaxcala ("Diálogos de paz de Tlaxcala") en 1992 mientras que en los diálogos de paz del Cagúan con el gobierno de Andrés Pastrana mantuvo un bajo perfil; se dice que no creía en dicha negociación y era pesimista de lo que allí pudiese resultar.

En los últimos 9 años, y como consecuencia de la mayor injerencia militar de Washington en los asuntos internos de Colombia, la guerra se ha intensificado. Hemos sufrido golpes. Las muertes de Raúl, de Jorge, de Iván Ríos y de muchos camaradas, nos duelen y nos generan ese dolor revolucionario que desata, incontenible, mayor compromiso con nuestros ideales de socialismo. Ya las hemos asimilado. Con el legado y ejemplo de nuestros héroes y mártires, las nuevas promociones toman su lugar y trinchera, nuevas promociones de revolucionarios dispuestos, como los más antiguos, a darlo todo, hasta la vida, por los objetivos de la Nueva Colombia. Pero, se sabe que en toda guerra hay muertos, de ambos bandos, y la colombiana no es la excepción” dijo Alfonso Cano en entrevista a un portal español.

Las cifras, que se manipulan para ejercicios macabros, revelan que no sólo la guerrilla es blanco de los rigores de la guerra. Las bajas son en ambos bandos. El Gobierno le oculta el drama de la guerra al país, como lo hicieron los gringos en Vietnam o más reciente en Irak. Entre enero y mayo del presente año, 167 integrantes de la Fuerza Pública cayeron en combate, 108 eran militares y 59 policías; en 2010 fueron 460 militares y policías los que ofrecieron su vida por defender el statu quo en una guerra, que hubiera podido acabar hace muchos años por la vía política y de la negociación.

Por otro lado, la realidad muestra a mas de 2000 jóvenes, hijos de pobres asesinados para ser presentados como guerrilleros, para que algunos “altos” jefes militares o su ministro, ganen honores. Niñas o niños violados y asesinados, etc., etc. Así caen en la guerra hijos del pueblo colombiano.

Los jóvenes colombianos cuando ven una patrulla militar, sabedores del accionar delincuencial de estos los evitan, por no decir se escoden, aunque luego, muchos de ellos acosados por el hambre se ven obligados a ingresar a esta banda delincuencial oficial.

Esta es la suerte que corrio el periodista independiente colombiano Luis Eduardo Gómez, que servía de testigo en investigaciones contra políticos procesados por nexos con grupos paramilitares, quien fue asesinado a tiros en el departamento de Antioquia, al noroeste de Colombia. Es el segundo crimen de testigos de procesos contra paramilitares perpetrado esta semana en ese país suramericano.

El crimen acontece cuatro días después y en circunstancias similares al asesinato del líder comunitario Vicente Botero, que reunía con Gómez la similitud de que ambos eran testigos en procesos relacionados con la penetración en la clase política del desaparecido Bloque "Elmer Cárdenas" (BEC) de la disuelta organización paramilitar Autodefensas Unidas de Colmbia (AUC).

En los últimos ocho meses han sido asesinados en el país cuatro testigos en procesos de la parapolítica, así como también cinco están desaparecidos.

Los escuadrones de la muerte de la oligarquía colombiana que según la fábula uribista, ya no existen, pero que siguen matando en zonas altamente militarizadas, mejor dicho, protegidos por el descompuesto ejercito oficial y cuyo objetivo central es sembrar pánico en la población.

Es la suma de la seguridad democrática de Uribe y la seguridad ciudadana de Santos.


Fuente: agencias de noticias/ Radio Minka

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