Puerto príncipe se muestra tal como es, un mercado informal a lo largo de sus avenidas, una ciudad diseñada para 200 mil habitantes que se desborda con 3 millones de personas recorriéndola a diario, una prueba difícil para el mas avisado conductor, una zona franca para sacarle provecho productivos que enriquezcan a unos pocos, pero sobre todo Puerto Príncipe es testigo de un pueblo que se despierta cada mañana para desafiar las adversidades, para levantar la esperanza de entre los escombros que dejó el terremoto del 12 de enero de 2010 y sonreírle al porvenir.
El derecho a una vivienda digna para miles de familias haitianas se ha convertido en el centro de la lucha común de varias organizaciones y movimientos sociales del país caribeño. La promesa de la reconstrucción parece alejarse de quienes intentan descansar cada noche bajo una carpa, 20 meses después de que se improvisaran los primeros campamentos para las personas damnificadas por la catástrofe natural de enero del 2010.
El gobierno del presidente Michel Martelly no tiene una propuesta real que atienda las necesidades habitacionales y la seguridad de las personas desplazadas. Ante el Ministerio de Asuntos Sociales un grupo de manifestantes exigió mayor responsabilidad a las autoridades en ocasión del Día Mundial del Hábitat el pasado 3 de octubre.
La denuncia a las arbitrariedades y las violaciones sistemáticas de los Derechos Humanos va acompañada de una propuesta alternativa para Haití pensada y puesta en marcha por el propio pueblo haitiano.
Haití no necesita fuerzas militares extranjeras, ni tramposas ayudas al desarrollo que terminan acrecentando su deuda eterna con las naciones del norte, tampoco precisa del asistencialismo de las ONG escudadas en una falsa colaboración, ni de la manipulación mediática o de la compasión de quienes les miran sin saber qué hacer.
Haití no se puede dibujar en blanco y negro hay muchas y diversas realidades en el mismo país, tampoco se puede descifrar en una semana, pero la dignidad se respira, no se puede contar con palabras ni con imágenes simplemente se siente en la voz dulce y firme de una dirigente campesina, en los frutos que crecen en medio de una pendiente, en las canastas de los vendedores que suben a diario el dinero para enviar a sus hijos e hijos a la escuela, en una realidad que se resiste a ser caricaturizada en las mujeres y hombres que aman la libertad y que sostienen la mirada, en quienes no se detienen porque el mañana empieza hoy mismo y los más importante es estar vivos.
Fuente: Albatv
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